Escher, Otro mundo II, litografía (1947) |
He aquí los enlaces de descarga de las dos primeras presentaciones:
Escher, Galería de grabados, litografía (1956) |
Hay tres clases de lectores: una primera que disfruta sin juzgar;
una tercera que juzga sin disfrutar; y la del medio, que juzga
disfrutando y disfruta juzgando; en realidad esta última clase de
lectores reproduce de nuevo la obra de arte.
Johann Wolfgang von Goethe (1819), en Máximas y reflexiones.
Las
resonancias que se producen en el contemplador crean de nuevo la obra
de arte; o yendo más allá de Goethe y siguiendo a Panofsky: las
vivencias del contemplador hacen surgir una obra de arte. De
cualquier objeto, ya sea natural o fabricado por el hombre, podemos
tener vivencias estéticas, y el tenerlas o no tenerlas es una
decisión exclusivamente personal. En consecuencia, no de toda “obra
de arte” tenemos experiencias estéticas, aunque esa fuera la
intención de su creador. Es algo que depende de los criterios
aplicados a la influencia recibida: ¿a qué reacciono yo sobre todo:
a la forma, al tema, a la idea, al contenido? ¿Y de qué manera
establezco asociaciones entre dichos elementos? La intención del
artista necesita un interlocutor al que dirigirse; incluso la obra de
arte creada conscientemente necesita del “andamio” del
contemplador. Para que se cree una obra de arte se necesita que el
contemplador ponga en juego su capacidad visual y su bagaje
espiritual y cultural, desencadenando así las más diversas
asociaciones de pensamientos.
Gabriele
Fahr-Becker, El Modernismo (2008)