sábado, 10 de mayo de 2014

Pablo Picasso: Les demoiselles d'Avignon


Óleo sobre lienzo. 244cm por 234 cm. 1907. Museo de Arte Moderno (Nueva York)

Con esta obra Pablo Picasso termina definitivamente sus etapas azul y rosa, e inicia la evolución que le llevará, junto con Braque, a la creación del cubismo. Corresponde a un momento en el que Picasso indaga nuevas formas de analizar la realidad. A la admiración que siente por la pintura de Cézanne se le une el influjo de la antigua escultura ibérica (que se muestra en una exposición en el Louvre), y de la escultura tradicional africana (a pesar de que Picasso siempre pretendió desconocerla).

Comienza el cuadro en 1906 y lo termina al año siguiente, precedido y seguido de una serie de estudios y telas relacionadas con él. Por su tamaño es de las obras más grandes con las que se había enfrentado hasta el momento. Su génesis se sigue a través de los dibujos preparatorios. El tema es el interior de un burdel en el que cuatro prostitutas están acompañadas por un estudiante y un marinero (en la obra definitiva uno de ellos desaparece, y el otro es sustituido por otra mujer), dentro de un espacio que aún se representa convencionalmente.

Finalmente sólo aparecen cinco mujeres desnudas, que parecen llenar por completo el lienzo. Picasso renuncia a cualquier preocupación verista. Cuatro de ellas están en pie, y mientras que las dos centrales muestran poses provocativas, las otras aparecen indiferentes o ensimismadas. Pero todas se muestran desmadejadas, como resultado de su descomposición en planos angulosos. En cuanto a los rostros, se suele considerar que los de las tres de la izquierda evidencian el influjo ibérico, y las de la derecha, el de las máscaras africanas. El contraste entre ambas crea un poderoso desequibrio en la composición, que queda conscientemente fraccionada en dos.

El espacio queda definido por los propios cuerpos, el bodegón de la parte inferior y los cortinajes. El concepto renacentista de situar las figuras y las formas en un espacio que nos crea la sensación de profundidad ha desaparecido. No hay punto de fuga: los cortinajes, el bodegón y las formas del fondo invaden en bruscos ángulos los huecos espaciales que los cuerpos femeninos dejan libres. Todo aparece en el mismo plano. Al renunciar a la tercera dimensión, carecen de sentido conceptos como delante y detrás; por ello, el perfil y el frente conviven en un mismo plano.

El color se simplifica a fondo: masas planas que oscilan del rosa a un rojo pardo (los cuerpos y la cortina), y que contrastan con los blancos y azules (el fondo y el mantel de la mesa). Esta reducción cromática contribuye a destacar la importancia de los distintos planos que componen las figuras que, además, se encuentran conscientemente perfilados

Con esta obra, la tradición pictórica anterior queda destruida y se inicia el proceso de creación de un nuevo concepto espacial: el cuadro como entidad autónoma al que se supeditan las formas en él representadas. En este mismo año Braque y Picasso inician juntos el proceso constructivo que les conduce al cubismo.


Influencias:

Escultura ibérica: Gran Dama Oferente
Escultura africana: Máscara fang (Louvre)
Bocetos y estudios:
Boceto
Estudio, Basilea
Estudio, acuarela, Filadelfia
Estudios de cabezas
Cabeza del estudiante
Estudio, Basilea
Estudio, París
Estudio, Ermitage
Estudio, torso, París

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