martes, 22 de abril de 2014

Paul Cézanne: Los jugadores de cartas


Óleo sobre lienzo. 47 por 57 cm. 1894-95. Museo de Orsay, París

El pintor nos presenta una escena de género, dos figuras masculinas que juegan a las cartas, que se aborda de un modo muy distinto al que hasta hacía poco era habitual. No es un tema trascendente, ni entraña ningún tipo de enseñanza moral. Además, el ambiente (fundamental en los cuadros de género tradicionales) ha desaparecido casi por completo, reduciéndose a la mesa en que apoyan los brazos. Los colores empleados son de una gama de tonos apagados: ocres, pardos y verdosos, en abierto contraste con el brillante uso del color que hicieron otros pintores como Van Gogh o Gauguin.

Sin embargo, la principal novedad del cuadro es el tratamiento de los volúmenes que usa el artista. En esta obra lo verdaderamente importante y lo novedoso será la línea que marca perfiles, define la forma y le da nitidez. La realiza mediante trazos gruesos de color o en negro. El aspecto fundamental del cuadro es la búsqueda del volumen, uno de los objetivos prioritarios del pintor. Las figuras no sólo tendrán una forma concreta, sino que resultarán reales al tener tres dimensiones y ocupar un espacio.

Los dos jugadores están caracterizados así: concentrado el uno en escoger la carta que ha de jugar y esperando el otro. La fijeza del jugador que está esperando está definida por la forma cilíndrica del sombrero que, además, se repite en la manga, por la recta del respaldo de la silla y por las notas blancas del cuello de la camisa; hasta el mantel rojizo de la mesa cae a plomo por su parte y se levanta en ángulo por la otra. La atención, la movilidad psicológica del otro personaje se manifiesta por los colores más claros y sensibles a la luz de la chaqueta, del sombrero y del rostro, y por ser la forma menos rígida y más ondulada de los trazos.

Pero lo distintivo es la forma con la que las masas de color se desarrollan en el espacio y reaccionan a la luz. El eje del cuadro, el reflejo blanco de la botella, no coincide en la mitad exacta, de tal modo que la composición es ligeramente asimétrica. La gran masa cilíndrica del jugador de la pipa se ve entera, y detrás viene el vacío; la masa más suelta y luminosa del otro jugador está cortada por el borde del cuadro.

Cézanne en este cuadro construye las masas y volúmenes mediante el color. El jugador de la pipa está construido por medio de un cilindro que termina en ojiva y en el que se incrusta el cilindro oblicuo del brazo. El color no es único, sino que se extiende por toda la superficie, se aclara en los relieves y se oscurece en las sombras. Hay verdes, rojos, amarillos, violetas, azules, dados con pinceladas oblicuas que parecen sostenerse entre sí con diversidad tonal.

El artista dedicó mucho tiempo a este asunto. Se conservan cinco lienzos y numerosos dibujos y acuarelas, a través de los cuales analiza y depura su planteamiento, hasta llegar a la quinta y definitiva versión, que es la que aquí presentamos.

5ª versión, Musée d'Orsay, París
1ª versión, Barnes Foundation, Merion, Pennsylvania
2ª versión, Metropolitan Museum of Art, Nueva York
3ª versión, colección privada (Qatar)
4ª versión, Courtauld Institute of Art, Londres
5ª versión, Musée d'Orsay, París (otra vez)
Theo van Doesburg, Composition IX - D'après Les Joueurs de cartes (1917-18)

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