jueves, 13 de febrero de 2014

Tiziano: Carlos V en Mühlberg

Museo del Prado

Óleo sobre lienzo. 3,32 por 2,79 metros. 1548. Museo del Prado (Madrid).

En 1547 Tiziano acude a Augsburgo, donde reside Carlos V desde su victoria sobre la liga protestante en la batalla de Mühlberg. Allí realizará esta excepcional obra, un nuevo prototipo de retrato apoteósico que será imitado sobre todo en el siglo XVII: se emparejan parecido físico y acción memorable, con una dignidad contenida y decorosa, muy al gusto español.

El mismo emperador había narrado así la batalla en sus llamadas Memorias: «Y Su Majestad, acabando de oír misa con el Rey su hermano y con el duque Mauricio, le siguió con la vanguardia. Y habiendo puesto en marcha a la mayor parte de la gente, como convenía, en rompiendo el alba -que en este tiempo era a las tres de la mañana- se partió y llegó sobre las ocho con todo el ejército a ponerse de frente al campamento enemigo. Y por cuanto toda aquella mañana había hecho una gran niebla, la cual fue de gran impedimento al marchar y desagradable para el Emperador, por la incomodidad y enfado que en tal tiempo le daban las nieblas, cuando llegó frente al campamento enemigo duraba, de suerte que no se le podía descubrir; sin embargo, habiendo puesto el Emperador todo en las manos de Dios para que se hiciese su voluntad, tanto si les quisiese conservar como arruinar, le concedió por su misericordia tanto acierto que se vio que había sucedido conforme a lo que Su Majestad había previsto el día anterior.» (Historia del invencible emperador Carlos V, rey de España, nº 85).

El emperador lleva una resplandeciente armadura (conservada en la real armería de Madrid) y la banda con los colores de la casa de Borgoña, monta un caballo negro ricamente enjaezado, y avanza con la pica en ristre, tras atravesar el peligroso vado del río Elba. Sin embargo, el paisaje, de colorido veneciano, está tranquilo y solitario bajo el cielo turbulento: todavía nos estamos acercando al campo de batalla, y el campamento enemigo ignora la aproximación de Carlos.

El retrato es excelente, y busca representar los rasgos físicos y morales. Carlos V aparece con todo su poder. Tiene clara conciencia de la trascendencia del  momento que vive, por lo que aparece abstraído en su dimensión heroica. Tiziano no incluye en el cuadro alegorías de su status, tan usales en el renacimiento. El emperador no requiere de ningún aparato, basta con mostrarlo como miles Christi (soldado de Cristo), que cabalga en busca de la pax christiana.







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